16 Ago 2015

Guy Sorman, filósofo y economista francés: “Si usted destruye el motor del crecimiento, priva a los más pobres de integrarse a la clase media”

El autor de “La Economía no miente” advierte sobre los embates que está sufriendo el modelo económico chileno producto de posiciones ideológicas, pero está convencido de que el país podrá sobreponerse.

Visitante frecuente de Chile durante las últimas tres décadas, el filósofo y economista francés Guy Sorman ha dedicado páginas de sus numerosos libros y columnas de opinión para destacar las virtudes del modelo económico local, como la capacidad de generar crecimiento gracias a una clase empresarial con iniciativa, la buena conexión con los mercados globales y la ausencia de un Estado políticamente capturado.

La próxima semana, este destacado intelectual liberal regresa a Chile después de una pausa de dos años, en un escenario distinto al de 2013, cuando presentó “Diario de un optimista”. Sin embargo, al entregar su diagnóstico a El Mercurio vía telefónica desde Francia, aclara que lo hace como un observador extranjero familiarizado con la situación desde el punto de vista académico, y que en ningún caso se trata de un activista político.

Junto con advertir los riesgos que conlleva una política gubernamental ideológica, sostiene que la realidad tarde o temprano se terminará imponiendo, ya que la “economía no miente”, tal como dice el nombre de la conferencia que dictará el viernes en el Hotel W, organizada por La Otra Mirada, la Universidad Adolfo Ibáñez y “El Mercurio”.

-¿Ha cambiado su visión sobre Chile desde la última vez que vino, en 2013?

-Mi visión es que existe un riesgo de que el llamado modelo chileno haya sido objeto de una disrupción debido a las opciones ideológicas de la Presidenta Bachelet. Es solo un riesgo, porque las fuerzas de mercado y la iniciativa empresarial en Chile siguen siendo muy fuertes y el camino tomado en los últimos 25 años es profundo. Los políticos tienen el poder para causar una disrupción en el modelo, pero no totalmente, así que no debemos exagerar el impacto de las decisiones equivocadas, porque el modelo es muy sólido y está enraizado en la mentalidad chilena.

“Así que veo a Chile desacelerándose por las políticas equivocadas, pero lo va a superar. La Presidenta ha sido muy ideológica al castigar a los empresarios vía el sistema impositivo o al tratar de destruir la educación privada, de una forma en que ella ha frenado el progreso. Confío en que el país solo esté perdiendo dos o tres años, lo cual no es muy satisfactorio, pero la economía y la sociedad chilena se van a sobreponer. Creo que la Presidenta entiende que sus decisiones están en conflicto con la realidad, y ahora ustedes están entrando en un período de statu quo hasta la próxima elección”.

-Una de las tesis de su libro “La Economía no miente” es que la economía es una ciencia que permite distinguir las buenas de las malas políticas, y que los malos alumnos pagan con su estancamiento. ¿Cree que es aplicable acá?

-Me gustaría decir que en un 50% se aplica a Chile. Pero también se trata de una economía globalizada, muy dependiente de las exportaciones.

“Para resumirlo, Chile ahora está siendo afectado por dos factores negativos. El primero, y con el cual todos tendrán que vivir, es la desaceleración de la economía global en el largo plazo, lo que significa un crecimiento de un 2% anual, es decir, un período más normal, ya que desde los 90 venía creciendo a tasas del 5%, lo que fue excepcional. Y el segundo factor proviene de las políticas domésticas y de decisiones equivocadas. Cuando digo ‘equivocadas’, aclaro que no lo digo desde una perspectiva ética, ideológica o política; son equivocadas porque van contra la realidad”.

“Cuando escribí que la ‘economía es una ciencia’, dije que se basa en la observación de la realidad. Puede que no te guste la realidad, que pienses que el libre mercado es horrible o que los empresarios son demasiado ricos, y está bien: desde una perspectiva ética-filosófica puedes escoger estas opciones. Pero si piensas que el crecimiento es bueno para la gente y mayormente para la gente más pobre, tienes que respetar la realidad”.

“Lo que la Presidenta chilena hizo fue pasarla por alto, un error común en los partidos de extrema izquierda y extrema derecha, pero la realidad es algo de lo que no te puedes deshacer. Aunque no sean del todo adorables, los hechos son hechos”.

“El gobierno chileno está preso de ideologías de los 60”

-Dada su experiencia internacional, ¿estima posible reducir la desigualdad por medio de la redistribución de recursos, vía la ampliación de la base tributaria y el alza impositiva, sin enfocarse en el crecimiento?

-La redistribución no funciona, nunca hace crecer la igualdad. ¿Por qué? Porque la gente rica dejará el país o encontrará una forma de no pagar impuestos. Es un mito político; tú alineas a los votantes diciendo que vas a redistribuir la riqueza. Pero sabemos que si incluso confiscaras la riqueza del 5% de los chilenos más ricos, los pobres seguirían siendo pobres.

“Guste o no, la única forma de crear una gran clase media -que todavía no existe en Chile- es el crecimiento, llevar a la gente al mercado laboral, mejorar la productividad y colocar a los más pobres y menos educados en el centro de esto, a través de una mejor educación que les sirva para mejorar su vida y hacerlos más productivos. Históricamente, la productividad es la única forma de reducir la desigualdad. Esto no es una posición ideológica, sino un hecho verificable en el mundo”.

“Lo que es extraño en el caso de Chile, es que en vez de integrar a la economía moderna a la mitad de la población que está fuera de ella, el Gobierno esté destruyendo el motor del crecimiento, lo cual a su vez es una paradoja desde una perspectiva económica, pero ética también. Si usted destruye el motor del crecimiento, de alguna forma se priva a los más pobres de la posibilidad de integrarse alguna vez a la clase media”.

“Las más absurdas o contradictorias decisiones hechas por el Gobierno no tienen que ver tanto con los impuestos, sino con la educación. Todos saben en Chile que el problema no está arriba, en las universidades, sino en el nivel primario, en las zonas más pobres, donde los alumnos no tienen opción: solo tienen acceso a escuelas públicas locales malas. En vez de mejorar la calidad de la enseñanza en estas escuelas, en vez de crear opciones entre escuelas públicas y privadas a nivel local, el Gobierno se está olvidando totalmente de esta gente pobre y enfocándose en lo que sí está funcionando, que es la educación superior privada. Desde una perspectiva práctica y ética es muy extraño”.

“El gobierno chileno está preso de ideologías de los 60, que no se aplican en ningún lugar del mundo”.

-La clase político-empresarial chilena ha recibido críticas de diverso calibre. El historiador británico Niall Ferguson advirtió que Chile está ejerciendo su derecho a ser estúpido, mientras el cientista político estadounidense Francis Fukuyama recordó que la “confianza” es clave para el desarrollo. ¿Cuál sería su crítica?

-Ferguson es un poco provocador, así que no me lo tomaría tan en serio. Pero cuando Fukuyama dice que la confianza es el fundamento del crecimiento, está en lo correcto.

“Ahora, creo que los liberales en Chile quizás tienden a ignorar que todavía hay una gran parte de la gente que vive en la pobreza. Y como dije antes, que aún no está integrada en la economía chilena moderna”.

“Hay una especie de autosatisfacción entre empresarios, políticos e intelectuales conservadores de que todo está bien, lo cual no es completamente cierto. Toma tiempo meter a todo el mundo a la clase media”.

“Creo que Chile está olvidando dos elementos: qué hay de la educación primaria y, el segundo, asegurarse siempre de que el mercado permanezca abierto a nuevos empresarios y que no sea dominado por los empresarios más exitosos”.

-Según su experiencia, ¿en qué momento en un país se pierde la confianza de los inversionistas?

-El punto de quiebre tiene que ver con la predictibilidad. A menudo se asume que si el nivel de impuestos en promedio es superior al 50%, ese país está condenado a fracasar. No sé cuál es el límite en Chile, pero más allá de un 40% usted empieza a acumular riesgo. El segundo criterio, y quizás más importante, es si el país es predecible.

“Mi posición es que la economía moderna puede convivir con impuestos altos. Suecia y Alemania viven con impuestos altos, pero el Estado de Derecho y el sistema económico son predecibles. Usted sabe que si invierte, en 5 o 10 años básicamente tendrá las mismas leyes y regulaciones y más o menos el mismo nivel de impuestos. El problema comienza cuando el gobierno decide cambiar todas las reglas y eso trae impredictibilidad. Esto congela las inversiones, sin distinción de si son domésticas o extranjeras”.

“Quedé atónito con las declaraciones del Papa”

-Usted sostiene que hoy existe una sola economía, la que funciona o, lo que es lo mismo, la de libre mercado. ¿Por qué cree que es tan difícil defender hoy un modelo de libre mercado?

-El problema de la economía de libre mercado es que surge de un proceso espontáneo, no fue inventada por nadie, es desordenada y genera una destrucción creativa -en términos de Joseph Schumpeter- que nadie quiere. La alternativa es difícil: usted ama un sistema que funciona, pero que no es tan bueno o satisfactorio en términos intelectuales, donde se prefieren los sistemas racionales. Los políticos aman los sistemas donde están en el poder y controlan la economía. Hay una contradicción entre lo que funciona y lo que gusta. Es un proceso constante la defensa de la economía de mercado. Y esto es ético, porque en el largo plazo ayuda a los más pobres.

“Por eso quedé atónito con las declaraciones del Papa Francisco contra el capitalismo. Porque la actitud del Papa es muy típica de los intelectuales latinoamericanos de izquierda. Por un lado dice que está con los pobres, lo que viniendo del Papa está bien, y por otro, dice que está contra el capitalismo. ¿Qué es lo ético? ¿Lo ético debe ser juzgado por sus intenciones o resultados? Si se juzga por las buenas intenciones, hay buenas intenciones con resultados desastrosos, eso es socialismo. El libre mercado al final del día mejora la vida de las personas y eso debe ser defendido”.

-Usted es un optimista, al menos así se define. ¿Qué razones hay para ser optimista en Chile hoy?

-Alguien tiene que serlo (ríe). Los chilenos viven en una sociedad y un mundo mejores que hace 20 años. Y como dije antes, incluso con la economía desacelerándose, la sociedad chilena ha construido un país democrático, que cuenta con una sociedad civil y donde hay debate. La iniciativa empresarial es fuerte y es un país globalizado, que no está solo basado en la explotación de la materias primas, aunque Chile exporta commodities -especialmente cobre-, pero no solo eso. Hay razones reales para ser optimista.

“Además, el intento del gobierno de Bachelet de causar una disrupción en el sistema ha fallado, no ha sido capaz de crear un nuevo modelo. Solo ha interrumpido y frenado el antiguo. Y se ha demostrado que no se puede reemplazar el modelo chileno de libre mercado con algo más. Puede destruirlo o provocar una interrupción brusca, pero no reemplazarlo. De cierta forma es una paradoja, porque el Gobierno está demostrando que lo que intentó no está funcionando. Tarde o temprano, todos volverán a las alternativas racionales. Suelo decir que uno aprende de sus propios errores. Este gobierno ha cometido errores, y en el largo plazo tendrán al país regresando a los principios realistas”.

 Francia e Italia

Consultado sobre las agendas liberalizadoras que adelantan los primeros ministros de Francia e Italia, el socialista Manuel Valls y el centroizquierdista Matteo Renzi, respectivamente, Sorman estima que se trata de un cambio “muy significativo” y no solo un ajuste circunstancial producto de la compleja realidad económica que aún arrastra la Eurozona desde la última crisis.

“Para los socialistas y los partidos de izquierda fue un problema muy difícil cuando admitieron que la agenda estaba totalmente equivocada y, por ejemplo, tuvieron que reducir los impuestos o desregular el mercado laboral. Esto no fue oportunismo. Ni los franceses ni los italianos querían ser otra Grecia en Europa”, sostiene.

Sorman enfatiza que hoy los países más promercado en Europa, como Alemania, los escandinavos y España, están mostrando los mejores resultados. Y en especial destaca el caso español, ya que reconoce que en Francia se solía mirar al vecino del sur como un país mucho menos desarrollado y pobre.

“Hasta los socialistas son capaces de ver la realidad, el problema es cómo convencer a los votantes, especialmente en países como Francia e Italia, donde hay mucha gente contratada por el sector público o viviendo de subsidios”, dice.

Aunque reconoce que “es difícil encontrar un momento político para dar vuelta un país”, recalca que Francia e Italia sí lo están haciendo.

Fuente: El Mercurio, domingo 16 de agosto de 2015.