26 Feb 2021

Una transfiguración cotidiana en la justicia – P. Felipe Herrera

El relato de la Transfiguración de Jesús es un punto de luz y de ánimo para los apóstoles que lo acompañaban y que ya comenzaban a sentir el peso de la misión en la que se estaban involucrando cada vez más. Así, en la cumbre del monte, tras la fatiga del ascenso, el Señor se les revela glorioso, haciéndolos partícipes de modo adelantado de su gloria. Una gloria a la que estamos todos llamados junto a Él, pero que solo alcanzaremos compartiendo su cruz y resurrección.

En medio de esas circunstancias, ante la visión extraordinaria de Jesús dialogando con los próceres del Antiguo Testamento, Pedro manifiesta su satisfacción y su deseo de permanecer en ese lugar de solaz: “¡Qué bien estamos aquí, hagamos tres tiendas!”. Sin embargo, el evangelista comenta que el apóstol “no sabía lo que decía”, porque aún faltaba mucho camino por recorrer, especialmente aquel del Calvario.

En nuestras vidas también experimentamos muchas veces el contraste entre la fatiga y el peso de los acontecimientos y, por gracia de Dios, también la alegría de los momentos en que Dios se nos muestra en el gozo. Y, claro está, el deseo natural es querer permanecer allí donde todo es más fácil y agradable y, por el contrario, rehuir el dolor. Pero como cristianos sabemos que esa plenitud de la existencia solo la tendremos en la Vida Eterna en la comunión con Dios y con nuestros seres amados.

Por mientras, avanzamos en esta vida que en tantas ocasiones es como una montaña a la que tenemos que subir y donde no siempre nos encontramos con la gloria de Dios. Esa es la suerte de tantas personas que llevan una vida “cuesta arriba”, heridas por carencias e injusticias que no se condicen con su condición de hijos de Dios.

Así, esta Cuaresma se nos presenta como una excelente ocasión para proponernos construir una sociedad marcada por el signo de la fraternidad humana, donde el sacrificio de cada cual se traduzca siempre en una vida más digna, justa y feliz, como una transfiguración de la realidad cotidiana que evoca aquella Vida Verdadera que nos espera en la eternidad… pero cuya plenitud necesitamos que empiece hoy para todos, sin ninguna excepción.