11 Nov 2021

Pongamos la mirada y el corazón en el cielo – P. Hugo Tagle

Celebramos el penúltimo domingo del tiempo ordinario. El Evangelio de este día nos habla de las realidades escatológicas, las que apuntan al fin del tiempo, y de las señales apocalípticas que lo acompañarán, cuando el Señor vuelva, como lo prometió. El fin del mundo ha sido una preocupación del hombre en todas las épocas. Tal vez por nuestra curiosidad natural o por el temor ante un futuro desconocido.

Sin duda este tiempo pasará. Pero lo importante es nuestro propio encuentro con el Señor, y de ese sí tenemos certeza. La única certeza: En algún momento vamos a morir.

Jesús no anunció el fin del mundo para atemorizarnos sino para abrir nuestro corazón a “las realidades últimas” que es el encuentro con Él en el cielo. La actitud del cristiano es “estar alerta” ante ese momento. La fragilidad de la vida nos muestra, todos los días, cuan cierto es que “debemos estar preparados”.

Más que detenernos en la profecía escatológica de Cristo —por lo demás, totalmente desconocida para nosotros, como nos lo dice Él mismo: “El día y la hora nadie la sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sólo el Padre”— concentrémonos en el presente: en la necesidad de velar y de estar preparados para su venida en nuestra propia vida. Es decir, en la necesidad de vivir en gracia y de llevar una vida cristiana digna, servicial, generosa y santa.

Pongamos la mirada y corazón en el cielo, viviendo llenos de alegría y esperanza, sirviendo y dándonos a los demás: “Aprended de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está cerca; pues cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a la puerta”. ¡Cristo viene! Entonces, debe abundar la alegría en el corazón. El Señor nos invita hoy a descubrir esos “signos de los tiempos”, que nos descubren un nuevo amanecer. El cristiano vive “con el oído en el corazón de Dios y la mano en el pulso del tiempo” (José Kentenich). Se hace presente en cada acontecimiento de la vida.

En Chile, celebramos también el mes de María. Un tiempo lleno de gracia en que la madre de Jesús nos acompaña especialmente.

¿Qué signos de esperanza me regala Dios, en la Iglesia y el mundo de hoy? ¿Soy yo signo de esperanza para otros? En este tiempo complejo, anunciar con la vida la presencia de Cristo vivo es un enorme servicio para la humanidad.