18 Ago 2022

La solidaridad mal entendida – Francisco Jiménez

Durante el último año en el debate público hemos visto muchas y diversas referencias al concepto de solidaridad. No sólo en la propuesta de nueva Constitución se incorporó de forma importante, acompañando a varios derechos sociales, sino que también en otros temas de la agenda pública como en las reformas tributaria, de pensiones y salud, las cuales señalan un “componente solidario”, un “aporte solidario” o una “visión solidaria”. Sin embargo, en su mayoría se ha incorporado de una manera particular y en muchas ocasiones mal entendida y empleada.

En estos casos, la palabra “solidaridad” frecuentemente se asocia con una idea que se resume en cómo el Estado debe redistribuir los recursos, ya sea para ayudar especialmente a los más pobres, como para garantizar un igual acceso a los servicios básicos.

Hoy, Día de la Solidaridad en Chile, resulta un buen momento para ahondar y analizar qué es la “solidaridad” realmente. La solidaridad, aunque tiene relación con la ayuda material, es mucho más que eso. Desde la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), se entiende como la “determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”. Esta definición nos entrega muchas claves respecto a la amplitud del real significado de la solidaridad y lo incorrectamente utilizado y entendido muchas veces por nuestras autoridades.

Primero, se refiere a una actitud de las personas y las organizaciones respecto del todo social y no sólo del Estado respecto de los particulares. En segundo lugar, designa una actitud que no sólo tiene que ver con recursos financieros, sino que tiempo, trabajo, acciones, inteligencia. En tercer lugar, esta creatividad e inventiva se deben orientar al bien común.

Este bien no se refiere al mayor bienestar material, aunque lo incluye. Es, como decía el Papa Benedicto XVI, “el bien de ese «todos nosotros», formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social”. Es un bien integral, es decir espiritual y material. En última instancia, la solidaridad busca que cada uno de nosotros sienta y viva para con la sociedad completa un sentimiento de cuerpo, de unidad, donde todos debemos hacernos cargo de todos, especialmente considerando a los más necesitados, no sólo materialmente, sino que también espiritualmente. De forma integral.

Plantear la solidaridad sólo como redistribución estatal en este tipo de reformas, es tratarla con una visión sesgada del concepto, dejando afuera a la sociedad civil como factor para alcanzar el bien común, en toda la amplitud de su significado , material y espiritual. Debemos avanzar desde esa visión reduccionista y volver a la verdadera solidaridad en donde todos nos entregamos en cuerpo por un otro, desplegando al máximo nuestros talentos para ir en su ayuda.

Publicación: Jueves 18 de agosto de 2022, en Voces La Tercera.