28 Dic 2019

Dejarnos guiar por Dios – Mons. Cristián Roncagliolo

Comentario del Evangelio – Domingo 29 de diciembre de 2019

Evangelio según San Mateo 2, 13-15. 19-23

Dejarnos guiar por Dios

El Evangelio de este domingo resalta la figura de San José quien, atento a la voz de Dios, se deja guiar. El mandato del Ángel es claro: “Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise”.

A las puertas del Año Nuevo, el Evangelio pareciera ser una profética invitación de Dios a reflexionar acerca de si realmente nos dejamos conducir por Él. Y digo profética porque los datos presentes nos indican lo contrario. Hoy, en efecto, más que buscar la voluntad de Dios, y estar atentos a sus signos, tendemos a tomar decisiones fundadas sólo sobre seguridades humanas, calculadas, materiales y tangibles. Decidir el momento de casarse, tener hijos, la elección de carrera y las decisiones familiares, en general, están supeditadas preponderantemente a cifras económicas o a situaciones de confort. También la tendencia de las políticas públicas parece inclinarse en esa dirección: el aborto, la eutanasia y, en general, la cultura del descarte, son síntomas de una óptica meramente utilitaria e individualista donde Dios y el otro no tienen espacio. Así, la vida se vuelve un verdadero ‘cálculo’ donde se pretende tener todo controlado y donde hay poco espacio para escuchar a Dios y abrirse a su propuesta.

Para salir de esta ‘tierra pantanosa’ de una vida sustentada en lo que no es fiable –los bienes se queman, la economía fracasa, el trabajo se pierde…– resulta indispensable cultivar la fe, no solo con oraciones piadosas sino que también corriendo el riesgo de hacer la voluntad de Dios. Unido a la fe, está la disposición al mirar más lejos. A los ojos del mundo un niño que viene con dificultades no es ‘útil’, quita felicidad;  o un anciano que esta en situación de precariedad en su salud resulta ‘caro’ y es un obstáculo; o un joven que quiere estudiar algo no tradicional ‘pierde’ el tiempo. Cuando ‘endiosamos’ los números, las cifras y el confort, todo es cortoplacista, el Señor no tiene espacio y Su voluntad queda solo como un dato grabado en la memoria. A contracorriente, la enseñanza de Jesucristo mira lejos, nos da esperanza y nos proyecta a la felicidad de los bienaventurados, que no es un mero cálculo presente, sino que es promesa de futuro.

En este año nuevo que se inicia pidamos tener la sabiduría para escuchar la voluntad del Señor y la valentía para correr el riesgo de seguirla.

Feliz año 2020.