09 Oct 2020

¡Aceptemos la invitación del Señor! – Mons. Fernando Chomali

El Evangelio de hoy nos sorprende y nos demuestra su actualidad. Así como los invitados a la boda no fueron porque tenían mucho que hacer, hoy se repite la misma historia. El Señor nos invita a escuchar su Palabra, a meditarla, nos invita a encontrarnos con él en la oración, nos invita a acompañarlo a través de los que sufren, y nosotros siempre tenemos algo que hacer más importante.

Nuestras ocupaciones nos tienen tan ensimismados que creemos, erróneamente, que nuestra vida comienza y termina en nosotros y nuestros proyectos. Ello nos enceguece y no nos permite ver más allá de nuestra propia sombra. ¡Cuántos hermosos espacios de oración junto al Señor hemos perdido por ponernos nosotros en el centro de todo!

Pero el Señor no se da por vencido. Así es como invitó a los buenos y a los malos. Todos sentados en la mesa para ser parte del banquete. Este Evangelio nos recuerda que la Iglesia no es el “lugar de los buenos”. Claro que no. Es el lugar de buenos y malos que acogen el llamado del Señor.

Lo que sí, al acogerlo tenemos que vestirnos de gala. Y el vestido de gala para el Señor son nuestras buenas obras, que siempre van de la mano con el servicio a los más pobres. Es por ello que el que fue invitado y aceptó, pero no se vistió de gala, es decir de amor y misericordia, fue echado fuera.

Una de las cosas que me fascina de la fe que profesamos es que Dios nos toma radicalmente en serio. Nada que hayamos hecho o no hayamos hecho le es ajeno a Dios. Él lo sabe todo, y una y otra vez nos invita a vivir según el mandamiento del amor que implica, en primer lugar, acoger la invitación que Él nos hace. Invitación que vale la pena, porque viene de Dios.