03 Oct 2020

Reconocernos hijos del Señor – P. Osvaldo Fernández de Castro

El evangelio de este domingo nos presenta la parábola de la viña. En ella se nos muestra la invitación del Señor a ser parte en la construcción del Reino: un reino de justicia, de paz y de alegría. De hecho la insistencia en la simbología de la viña en el evangelio es por que ésta produce vino, y en definitiva es causa de alegría para el hombre. Alegría que no es sólo la para la Iglesia, sino para el mundo entero. El cerco que establece es aquello que nos separa de la lógica y los criterios mundanos, es el cerco del evangelio. 

¿Qué es lo que sucede? Al igual que en la parábola, en general no estamos dispuestos a cambiar y producir así los frutos que el Señor espera de nosotros. En vez, tendemos a pensar que lo tenemos todo resuelto, no necesitamos de los demás, despreciamos a los enviados y queremos apropiarnos finalmente de la viña. Nos sentimos los dueños de la verdad, justificamos nuestra posición de privilegio y de ahí no nos movemos: somos expertos “enólogos” y sabemos lo que tenemos que hacer y ofrecer al Señor. 

Pero con esa actitud terminamos echando fuera al Hijo y matándolo, acomodando el evangelio según nuestro interés y nos apropiamos así del Reino de Dios. Pero este Reino no es algo que se pueda tomar a la fuerza ni que se merezca. Es un don gratuito que el Señor nos deja en herencia. Para ser herederos de esta viña debemos reconocernos hijos del Señor y actuar como tales.