23 Sep 2024

Amor por Chile, motor de la acción empresarial – Enrique Cruz

Llevamos semanas con noticias negativas en cuanto a la seguridad, el bajo crecimiento, los problemas de empleo, y como guinda de la torta, las polémicas en desarrollo por el “caso audios” y su trama en el poder judicial, todo lo cual implica un impacto tremendo en la confianza, algo esencial para una sociedad que busca proyectarse hacia un futuro más próspero.

Pero Chile tiene un alma que revive en septiembre. Momento especial para todos los chilenos, donde nos reunimos con nuestras familias y amigos al calor de una parrilla, la entretención de los volantines, fondas y las tantas tradiciones que envuelven nuestro mes patrio. Despunta la primavera, la gente se llena de alegría, vuelve la hermandad, nuestras calles y campos se tiñen de blanco, azul y rojo, y todo nos rememora a nuestras raíces, tradiciones y valores patrios que han formado nuestra gran Nación.

Septiembre también es el momento ideal para conectarse con lo más profundo de nuestra patria, mirar los desafíos del país “desde arriba”, con detención y con el bien común como norte. Así descubrir nuevas perspectivas y volver a la esencia de nuestro propósito personal y empresarial. El amor por el país debe ser el motor de todas nuestras acciones.

En la empresa, ese amor por Chile debe ser la brújula que nos guíe en toda nuestra actividad empresarial. Como comunidad, estamos para generar vínculos que deben trascender a lo meramente transaccional. En tiempos en los que necesitamos fortalecer las confianzas, la empresa tiene mucho que aportar —desde lo humano, económico y social— para reconstruir los vínculos y transitar hacia un real desarrollo integral de todos y cada uno de nosotros, ese desarrollo material, social, cultural y espiritual.

Esto implica pensar más allá de los resultados financieros, cosa que ya hacen muchas empresas y emprendimientos. Se trata de pensar en el bienestar de nuestros colaboradores y sus familias, en la relación con las comunidades en que nos insertamos, en el trato a nuestros clientes y proveedores, y en el impacto que generan los impuestos que pagamos destinados a financiar decenas de políticas sociales. En definitiva, se trata de preguntarnos: ¿Cómo estamos contribuyendo a un Chile más justo, próspero, solidario y humano?

Septiembre debe ser un punto de inflexión para nuestro Chile, una nueva primavera donde cada uno, desde su propio espacio, debe aportar con acciones concretas que permitan reconstruir las confianzas a todo nivel, desde lo micro a lo macro, en la política, en las instituciones, en la academia y en la empresa.

Como nos recuerda nuestro fundador, San Alberto Hurtado, “Una Nación, más que su tierra, sus cordilleras, sus mares, más que su lengua, o sus tradiciones, es una misión que cumplir”. Hoy más que nunca, las empresas deben asumir su rol como actores clave en esa misión. No solo se trata de ser grandes en el ámbito económico o personal, sino de construir en conjunto una Nación humana y fraterna.

Columna publicada el domingo 22 de septiembre de 2024 en El Líbero.