Nuevo gobierno, tiempo de construcción de puentes – Enrique Cruz
“En los empresarios no confío…”. La frase pronunciada por el Presidente Gabriel Boric durante el Encuentro Anual de la Industria 2025 de Sofofa, no solo sorprende por venir de la máxima autoridad del país, sino sobre todo porque revela un síntoma profundo que arrastramos hace años y que es imposible seguir ignorando.
Que el Presidente reconozca abiertamente un prejuicio hacia un sector completo de la sociedad es significativo. Incluso, que diga que ese prejuicio cedió cuando tuvo la oportunidad de establecer un “diálogo honesto sin renunciar a diferencias legítimas”, es aún más relevante. El punto no es la llamativa confesión presidencial, sino que revela la cultura de la sospecha, la distancia imaginada y la fragmentación social que hemos construido como clima social para relacionarnos a diario.
Los últimos estudios sobre polarización en Chile muestran con claridad que nuestras tensiones ya no provienen principalmente de diferencias ideológicas profundas, sino de lo que creemos que piensa el otro. Los Estudios Nacionales de Polarización de 3xi y Criteria concluyen principalmente que no nos separan los hechos, sino los relatos que construimos sobre los demás.
Cuando las elecciones de hoy marcan un nuevo ciclo político, es imprescindible que las nuevas autoridades, en particular el próximo Presidente –sea quien sea–, asuman el compromiso explícito de tender puentes, reconstruir confianzas, restaurar la conversación pública-privada y convocar a los distintos actores sociales a un encuentro genuino que genere vínculos de confianza.
Cómo volvemos a vincularnos como país debe ser una de las urgencias país a trabajar luego de estas elecciones, junto a otras como seguridad y crecimiento. La generación de vínculos es hoy un imperativo ético ineludible. Es un componente estructural del bienestar social y un factor estratégico para cualquier organización.
Hoy más que nunca necesitamos encarnar una verdadera cultura del encuentro. Una sociedad en la que podamos escucharnos, reconocernos, dejar atrás la lógica de trinchera y aceptar que construir juntos no implica pensar igual, sino asumir que compartimos un destino común. En tiempos donde la conversación pública se ha hecho más crispada, todos debemos contribuir a ese reencuentro.
Más allá de lo “anecdótica” que podrá resultar en el futuro la frase del Presidente, sí tiene que recordarnos que cuando el prejuicio se disipa, genera encuentro, la confianza emerge y el otro deja de ser una amenaza. Si en el país falta diálogo, alguien tiene que empezar a abrir la puerta. Como ingeniero, me encanta la analogía de ver al empresario como un constructor de puentes. No sólo grandes obras de cemento para que nuestros autos crucen ríos, sino de reales estructuras que nos permitan como sociedad cruzar las barreras que nos dividen y encontrarnos como país.
La empresa es un ambiente propicio para esa tarea. Las empresas que dialogan y cuidan a sus trabajadores son más productivas. Las que se vinculan con sus comunidades generan confianza y compromiso. Por eso, los empresarios podemos y debemos ser actores relevantes en esta tarea. Es un buen propósito para el año 2026.
Columna publicada el domingo 14 de diciembre de 2025 en El Líbero.
