18 Oct 2016

Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga reflexiona sobre el lugar del hombre en la naturaleza, a la luz de Laudato Si’

En medio del III Congreso Social de la UC, el Arzobispo de Tegucigalpa y Coordinador del Consejo de Cardenales del Papa Francisco, participó en la apertura de este encuentro donde señaló que el desarrollo sostenible e integral es una asignatura pendiente en el mundo de hoy.

“El Concilio Vaticano Segundo y la Populorum Progressio son el trasfondo de un tema que no se puede separar de la agenda de hoy. En la actualidad, todos hablamos de ecología, y es lógico, dado que muchos están atentos a este tema porque creen que es una moda. Sin embargo, dejarán de interesarse cuando el tema sea reemplazado por otro”, dijo.

No obstante, a juicio del cardenal, hay mucha gente de buena voluntad que se preocupa de la naturaleza y están al tanto de todos los problemas que a ella incumben. Y en esta línea, este grupo se divide en dos:  los hay quienes viendo lo que sucede, se sienten y declaran impotentes, tienen conciencia de la situación pero se reconocen desbordados por ella. “Acá, buena parte de la dirigencia política, religiosa, económica y cultural, pertenecen a estos pecadores lúcidos, que pecan por omisión, que es la peor forma de pecar”, señala.

Por otro lado, también existen aquellos que se preocupan sinceramente, y que van reconociendo que se debe hacer un esfuerzo para buscar formas creativas de direccionar el problema, para responder a desafíos, para señalar caminos nuevos que merezcan ser recorridos y que bifurquen los procesos de humanización. En este contexto Rodríguez Maradiaga destacó la decisión del Papa respecto a entrar de lleno en el tema de la ecología, lo que ha hecho con claridad y coraje. 

“Cada época nos hace tener una lectura diferente de los grandes principios, de los grandes valores que constituyen los puntos de referencia de nuestra existencia. Para definirlos, debe concurrir la inteligencia, la sabiduría espiritual y la astucia, porque sigue siendo cierto que no hay que echar vinos nuevos en odres viejos. De este modo, ¿qué evoca la palabra libertad? de inmediato viene la palabra responsabilidad que establece límites y que la orienta”.

En esta línea, el Arzobispo de Tegucigalpa, señaló que las Naciones Unidas -quienes trabajan en la definición que orientan la nueva época de la globalización- ha propuesto definir la libertad con el libre desarrollo de la personalidad, originando cierta anarquía moral que abre las puertas al lema de 1968 “Prohibido Prohibir” y al afirmación de que “Todo es Negociable”. 

“Es de admirar que cada vez haya más gente interesada en la singularidad de estos temas. Pero es preocupante que no se avance en lo fundamental, que lleva a considerar al ser humano -en tanto es parte de la misma naturaleza- como protagonista, como señor, como dominus, mal entendido como dominador, en el sentido de alguien que se sirve de los otros sin importar consecuencias”, señaló.

Según explicó el Cardenal “señor se es cuando se sirve, no cuando se domina. Cuando se reconoce que el mayor está a disposición de los demás para llenarlos de mayor humanidad para ser constructores de una civilización nueva, a modo de salir de las palabras a los hechos”.

“Es así, que el ser humano se siente parte de la naturaleza, define roles, y determina formas de interactuar con ella, de este modo, nace así la casa para el hombre, donde se generan relaciones importantes como la economía y la ecología, ya que la primera se refiere a la sustentación de la casa y la segunda al uso humano de la casa. De esta forma se da un salto de lo importante a lo estructural del sentido de las cosas”.

En este contexto, el ser humano se confronta en todos los niveles: estructural, humano, económico, cultural como una naturaleza. Ante ello, el llamado del cardenal es a enriquecer lo que hemos recibido, la tierra, no como herencia de nuestros padres, sino como préstamo de nuestros hijos. Ratificamos así un principio que muchos olvidan: la calidad del ambiente humano, el principio de relación protectora y  creativa de la naturaleza. Por ende, la ecología humana solo es posible con una especie humana que se define y sabe hacia dónde va y jamás olvida de dónde viene, tal como dice el Papa Francisco.

Al finalizar su discurso, el Arzobispo de Tegucigalpa dijo que este mensaje conduce a la certeza en el cuidado de los bienes materiales, en el cuidado de los bienes culturales, espirituales que distinguen al ser humano en todas las épocas. Importante es también decidir que toda definición ha de traer consigo el diseño de una ética que señala los causes y metas del destino común de la creación, lo que va muy en la línea respecto del tema de este congreso.

“La naturaleza es peligrosa sí, pero lo es más el ser humano que se deshumaniza. Y es la evidente certeza que debe llamar permanentemente la atención. La ecología humana exige a la persona que se integre a la creación. Que se sienta responsable de ella y de sí mismo, siendo que el trabajo solo dignifica plenamente cuando concurre a enriquecer la creación, y en ella, al ser humano que lo ejerce dado que puede ser el mayor protector de la naturaleza, sin embargo hoy es el peor peligro”, finalizó.