06 Sep 2019

Ordenemos nuestras prioridades – Mons. Cristián Roncagliolo

Comentario del Evangelio – Domingo 8 de septiembre de 2019

Evangelio según San Lucas 14, 25-33
Ordenemos nuestras prioridades

Una de las tareas mas difíciles en la vida es tener ascética para ordenar ‘los amores’. Es que son muchos. No solo los que refieren a la familia, sino también al trabajo, al estatus social, a los estudios, a los títulos, a la buena vida, a ciertos lujos, a los deportes e incluso a las buenas cosas que, pareciendo inofensivas, nos alejan de las mejores. Por ello, jerarquizarlas es una tarea ineludible. En esa óptica, la propuesta de Jesús no busca excluir necesariamente a los demás amores sino que ordenarlos.

En esa lógica se entiende la radical e interpelante propuesta de Jesús: “Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío”. No es que todos los buenos amores no importen sino que la relación con ellos ha de estar ordenada a partir del amor principal. Por ello, el primer mandamiento es el código ordenador de la vida: “amar a Dios sobre todas las cosas”. A partir de ello se jerarquiza todo lo demás. 

Pero hay algo más. Cuando se logra esa correcta jerarquización de los amores, donde Dios está primero, naturalmente se desarrolla un amor inconmensurable a los demás. Lejos de toda mezquindad, el amor a Dios dilata el corazón de quien lo ama para que se expanda e integre a los otros, a la familia, a los prójimos y a toda la creación. El ejemplo más sublime entre los cristianos son los mártires que, por amor a Dios y a los demás, son capaces de comprender que incluso el amor a la propia vida está ordenado a un amor anterior y superior: el amor a Dios.